Evangelio de Hoy Viernes 31 de Mayo de 2024.

Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Viernes 31 de Mayo y la homilía diaria.

Al final del artículo encontraran el comentario del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.

Fiesta de la Visitación de la Santísima Virgen María
Lectio Divina 572

Lecturas Bíblicas del día de Hoy

Primera Lectura de Hoy

Libro de Sofonías 3, 14-18.

Canta, hija de Sión,
da gritos de júbilo, Israel,
gózate y regocíjate de todo corazón, Jerusalén.
El Señor ha levantado su sentencia contra ti,
ha expulsado a todos tus enemigos.
El Señor será el rey de Israel en medio de ti
y ya no temerás ningún mal.

Aquel día dirán a Jerusalén:
“No temas, Sión,
que no desfallezcan tus manos.
El Señor, tu Dios, tu poderoso salvador,
está en medio de ti.
Él se goza y se complace en ti;
él te ama y se llenará de júbilo por tu causa,
como en los días de fiesta”.
Aparté de ti la desgracia
y el oprobio que pesa sobre ti”.


Salmo Responsorial de Hoy Isaías 12, 2-3. 4bcd. 5-6.

El Señor es mi Dios y salvador,
con él estoy seguro y nada temo.
El Señor es mi protección y mi fuerza
y ha sido mi salvación.
Sacarán agua con gozo
de la fuente de la salvación.
El Señor ha hecho maravillas con nosotros.

Den gracias al Señor
invoquen su nombre,
cuenten a los pueblos sus hazañas,
proclamen que su nombre es sublime.
El Señor ha hecho maravillas con nosotros.

Alaben al Señor por sus proezas,
anúncienlas a toda la tierra. 
Griten jubilosos, habitantes de Sión,
porque el Dios de Israel
ha sido grande con nosotros.
El Señor ha hecho maravillas con nosotros.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Dichosa tú, santísima Virgen María, que has creído,
porque se cumplirá cuanto te fue anunciado
de parte del Señor.
Aleluya.


Evangelio de Hoy Viernes 31 de Mayo de 2024

Evangelio según San Lucas 1, 39-56.

En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.

Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.

“Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.

Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre
y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen.

Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes

y a los ricos los despidió sin nada.

Acordándose de su misericordia,
vino en ayuda de Israel, su siervo,

como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia,
para siempre”.

María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.


Homilía del Evangelio de hoy Viernes 31 de Mayo.

En este pasaje del Evangelio según San Lucas, somos testigos de un encuentro extraordinario entre María, la humilde doncella de Nazaret, y su prima Isabel. Un encuentro que nos revela profundas verdades sobre la grandeza de Dios y la importancia de la humildad y la obediencia en nuestras vidas.

María, habiendo recibido la extraordinaria visita del ángel Gabriel y la anunciación de que sería la madre del Hijo de Dios, no dudó en partir de inmediato hacia las montañas de Judá para visitar a su prima Isabel. En este gesto, vemos reflejada la prontitud y la entrega total de María al plan divino.

Al encontrarse, Isabel, llena del Espíritu Santo, reconoce a María como la «Madre de mi Señor» y proclama las palabras proféticas: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre!». Esta aclamación no sólo honra a María, sino que también exalta la grandeza de Dios, quien ha obrado maravillas en ella.

En respuesta, María entona el hermoso cántico conocido como el Magnificat, un himno de alabanza y gratitud que ha resonado a través de los siglos en la Iglesia. En este cántico, María reconoce humildemente que su grandeza proviene únicamente de Dios, quien «ha puesto los ojos en la pequeñez de su esclava».

Hermanos y hermanas, este pasaje nos enseña que la verdadera grandeza no se encuentra en el poder, la riqueza o el estatus social, sino en la humildad y la obediencia a la voluntad de Dios. María, a pesar de ser elegida para una misión tan trascendental, se mantiene humilde y confiada en el Señor.


Evangelio de Hoy Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy

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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.