Evangelio de Hoy Miércoles 17 de Abril.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Miércoles 17 de Abril y la homilía diaria.
Al final del artículo encontraran el comentario del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.
Miércoles de la Tercera Semana de Pascua – Leccionario: 275
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura de Hoy
Libro de los Hechos de los Apóstoles 8, 1-8.
El mismo día de la muerte de Esteban, se desató una violenta persecución contra la Iglesia de Jerusalén, y todos, menos los apóstoles, se dispersaron por Judea y por Samaria.
Unos hombres piadosos sepultaron a Esteban e hicieron gran duelo por él. Entre tanto, Saulo hacía estragos en la Iglesia: entraba en las casas para llevarse a hombres y mujeres y meterlos en la cárcel.
Los que se habían dispersado, al pasar de un lugar a otro, iban difundiendo el Evangelio. Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba ahí a Cristo. La multitud escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los milagros que hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos, lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados quedaban curados. Esto despertó gran alegría en aquella ciudad.
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 65, 1-3a. 4-5. 6-7a.
Que aclame al Señor toda la tierra.
Celebremos su gloria y su poder,
cantemos un himno de alabanza,
digamos al Señor: «Tu obra es admirable».
Los obras del Señor son admirables. Aleluya.
Que se postre ante ti la tierra entera,
y celebre con cánticos tu nombre.
Admiremos las obras del Señor,
los prodigios que ha hecho por los hombres.
Los obras del Señor son admirables. Aleluya.
El transformó el mar Rojo en tierra firme
y los hizo cruzar el Jordán a pie enjuto.
Llenémonos por eso de gozo y gratitud:
el Señor es eterno y poderoso.
Los obras del Señor son admirables. Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
El que cree en mí tiene vida eterna, dice el Señor,
y yo lo resucitaré en el último día.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Miércoles 17 de Abril de 2024
Evangelio según San Juan 6, 35-40.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero como ya les he dicho: me han visto y no creen. Todo aquel que me da el Padre viene hacia mí; y al que viene a mí yo no lo echaré fuera, porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
Y la voluntad del que me envió es que yo no pierda nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La voluntad de mi Padre consiste en que todo el que vea al Hijo y crea en él, tenga vida eterna y yo lo resucite en el último día».
Homilía del Evangelio de hoy Miércoles 17 de Abril.
En el Evangelio de Hoy Jesús se presenta a sí mismo con una de las más bellas imágenes: «Yo soy el pan de vida».
Tras haber saciado milagrosamente a la muchedumbre con los panes multiplicados, el Señor se revela como el verdadero Pan bajado del cielo, el Alimento imperecedero que da la Vida eterna. Un alimento muy distinto al maná que comieron los antepasados en el desierto y que sólo los nutría de forma temporal.
Porque Cristo no es sólo un enviado más de Dios, sino el mismo Hijo Unigénito, el Verbo eterno hecho carne. Él es el único que puede colmar el hambre más profunda del espíritu humano: el anhelo de comunión plena con el Padre celestial.
Jesús continúa diciendo: «El que viene a mí nunca tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed». ¡Qué promesa tan maravillosa! Adherirse a Cristo con fe, permanecer unidos a Él, es la llave para saciar nuestros anhelos más íntimos de felicidad y plenitud.
El Maestro luego revela la misión salvífica que el Padre le ha encomendado: dar la Vida eterna a quienes creen en Él, resucitándolos en el último día. Pues no hay mayor regalo que Jesús pueda ofrecernos que la participación en su misma gloria y la victoria definitiva sobre la muerte.
Por eso, hermanos, abracemos con gratitud y firmeza a Cristo, el Pan de Vida. Alimentémonos constantemente de su Palabra y del inagotable manantial de su gracia en los sacramentos, especialmente en la Sagrada Eucaristía.
Sólo permaneciendo arraigados en el Señor, podremos saciar el hambre de nuestras almas y alcanzar ese destino sublime para el cual hemos sido creados: la resurrección gloriosa y la eterna bienaventuranza en el Reino de los Cielos. Amén.
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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