Evangelio de Hoy Jueves 4 de Abril.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Jueves 4 de Abril y la homilía diaria.
Al final del artículo encontraran la homilía del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación o comentario del evangelio y las homilías diarias.
Jueves de la octava de Pascua – Lectio Divina 264
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura de Hoy
Libro de los Hechos de los Apóstoles 3, 11-26.
Como el paralítico curado por Pedro y Juan no se les despegaba, todo el pueblo, asombrado, corrió hacia ellos al pórtico de Salomón. Al ver a la muchedumbre, Pedro les dirigió la palabra:
«Israelitas: ¿Por qué les causa admiración esto y por qué nos miran de ese modo, como si por nuestro poder o nuestra virtud hubiéramos hecho andar a este hombre? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, ha glorificado a su siervo Jesús, a quien ustedes entregaron a Pilato, y a quien rechazaron en su presencia, cuando él ya había decidido ponerlo en libertad.
Rechazaron al santo, al justo, y pidieron el indulto de un asesino; han dado muerte al autor de la vida, pero Dios lo resucitó de entre los muertos y de ello nosotros somos testigos. El nombre de Jesús y la fe en él es lo que ha robustecido los miembros de este hombre al que están viendo y todos conocen. Esta fe es la que le ha restituido completamente la salud, como pueden observar.
Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes; pero Dios cumplió así lo que había predicho por boca de los profetas: que su Mesías tenía que padecer.
Por lo tanto, arrepiéntanse y conviértanse, para que se les perdonen sus pecados y el Señor les mande el tiempo de la consolación y les envíe de nuevo a Jesús, el Mesías que les estaba destinado; aunque él tiene que quedarse en el cielo hasta la restauración universal, de la que habló Dios por boca de su profeta desde muy antiguo.
Escuchen todo cuanto les diga.
En efecto, Moisés dijo: El Señor Dios hará surgir de entre sus hermanos un profeta como yo. Escuchen todo cuanto les diga; quien no escuche al profeta, será expulsado del pueblo. Todos los profetas, a partir de Samuel, anunciaron igualmente estos días.
Ustedes son herederos de los profetas y beneficiarios de la alianza que Dios hizo con sus padres, cuando le dijo a Abraham: Tu descendencia será fuente de bendición para toda la humanidad. Para ustedes, en primer lugar, ha resucitado Dios a su siervo y lo ha enviado para bendecirlos y ayudarlos a que cada uno se aparte de sus iniquidades».
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 8, 2a y 5. 6-7. 8-9.
¡Qué admirable es, Señor y Dios nuestro,
tu poder en toda la tierra!
¿Qué es el hombre, para que de él te acuerdes,
ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?
¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles,
lo coronaste de gloria y dignidad,
le diste el mando sobre las obras de tus manos,
y todo lo sometiste bajo sus pies.
¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas,
todos los animales salvajes,
las aves del cielo y los peces del mar,
que recorren los caminos de las aguas.
¡Qué admirable, Señor, es tu poder! Aleluya.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Éste es el día del triunfo del Señor,
día de júbilo y de gozo.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Jueves 4 de Abril de 2024
Evangelio según San Lucas 24, 35-48.
Cuando los dos discípulos regresaron de Emaús y llegaron al sitio donde estaban reunidos los apóstoles, les contaron lo que les había pasado en el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Mientras hablaban de esas cosas, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: «La paz esté con ustedes». Ellos, desconcertados y llenos de temor, creían ver un fantasma. Pero él les dijo: «No teman; soy yo. ¿Por qué se espantan? ¿Por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies.
¿Tienen aquí algo de comer?
Soy yo en persona, tóquenme y convénzanse: un fantasma no tiene ni carne ni huesos, como ven que tengo yo». Y les mostró las manos y los pies. Pero como ellos no acababan de creer de pura alegría y seguían atónitos, les dijo: «¿Tienen aquí algo de comer?» Le ofrecieron un trozo de pescado asado; él lo tomó y se puso a comer delante de ellos.
Después les dijo: «Lo que ha sucedido es aquello de que les hablaba yo, cuando aún estaba con ustedes: que tenía que cumplirse todo lo que estaba escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos».
Entonces les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras y les dijo: «Está escrito que el Mesías tenía que padecer y había de resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se había de predicar a todas las naciones, comenzando por Jerusalén, la necesidad de volverse a Dios para el perdón de los pecados. Ustedes son testigos de esto».
Homilía del Evangelio de hoy Jueves 4 de Abril.
El evangelio que hoy contemplamos nos presenta el encuentro de Jesús con los discípulos reunidos en el cenáculo de Jerusalén. Un encuentro que disipa sus temores y los convierte en testigos valientes de la gran noticia pascual.
Los discípulos estaban aún conmocionados por los extraordinarios acontecimientos de la mañana: las mujeres anunciando la tumba vacía, la aparición a los discípulos de Emaús. Y de pronto, Jesús se presenta en medio de ellos diciendo «Paz a ustedes».
Es el mismo Cristo que han conocido durante años, pero ahora transfigurado y glorioso. Por eso se turban y se resisten a creer, pensando que era un fantasma. Pero el Señor les muestra sus llagas y come con ellos para disipar sus dudas. Efectivamente ha resucitado con su cuerpo verdadero.
Jesús entonces abre sus mentes para que comprendan las Escrituras y cómo su Pasión, Muerte y Resurrección eran el cumplimiento de los designios divinos. Ya no habrá motivos para el desánimo. Del mismo modo que Él venció a la muerte, sus discípulos están llamados a ser «testigos de estas cosas».
También nosotros, hermanos, estamos urgidos por la misión de proclamar a Cristo resucitado al mundo entero. Pero no solos, sino revestidos de la fuerza del Espíritu Santo que se nos ha prometido. Y apoyados en la certeza inquebrantable de que el Señor camina con nosotros para abrir los corazones a la fe pascual.
Fortalezcamos entonces nuestra esperanza. ¡Cristo vive! Ésta es nuestra fe, nuestra alegría, nuestra misión.
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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