Evangelio de Hoy Jueves 8 de Junio.

Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Jueves 8 de Junio y la homilía diaria.

Al final del artículo encontraran la homilía del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación o comentario del evangelio y las homilías diarias.

Jueves de la IX semana del Tiempo ordinario – Lectio Divina 356

Lecturas Bíblicas del día de Hoy

Primera Lectura de Hoy

Libro de Tobías 6, 10-11. 7, 1. 9-16. 8, 4-9a.

En aquellos días, cuando entraron a la provincia de Media y se acercaban a la ciudad de Ecbatana, Rafael le dijo al joven Tobías: «Tobías, hermano». Él le contestó: «¿Qué quieres?» Rafael le dijo: «Es necesario que pasemos esta noche en casa de Ragüel, pariente tuyo, que tiene una hija llamada Sara».

Al llegar a Ecbatana, Tobías le dijo a Rafael: «Azarías, hermano, condúceme por el camino más corto a casa de Ragüel, nuestro hermano». Rafael lo condujo a la casa de Ragüel, a quien encontraron sentado en la puerta de su patio, y lo saludaron. El les contestó: «¡Mucho gusto, hermanos! Sean bienvenidos». Y los hizo pasar a su casa. Mató un carnero de su rebaño y los recibió amablemente.

Se lavaron, se purificaron y se sentaron a la mesa. Entonces Tobías le dijo a Rafael: «Azarías, hermano, dile a Ragüel que me dé la mano de mi hermana Sara». Ragüel alcanzó a escucharlo y le dijo a Tobías: «Come y bebe y descansa tranquilamente esta noche. Nadie tiene más derecho que tú, hermano, para casarse con mi hija Sara, y a nadie se la puedo yo dar sino a ti, porque tú eres mi pariente más cercano. Pero tengo que decirte una cosa, hijo. Se la he entregado a siete parientes nuestros y todos murieron antes de tener relaciones con ella. Por eso, hijo, come y bebe y el Señor cuidará de ustedes».

No comeré ni beberé…

Tobías replicó: «No comeré ni beberé, hasta que no hayas tomado una decisión acerca de lo que te he pedido». Ragüel le contestó: «Está bien. Según la ley de Moisés, a ti se te debe dar. El cielo mismo lo ha decretado. Cásate, pues, con tu hermana; desde ahora tú eres su hermano, y ella, tu hermana. Desde hoy y para siempre será tu esposa. Hijo, que el Señor del cielo los acompañe durante esta noche, tenga misericordia de ustedes y les conceda su paz».

Ragüel mandó llamar a su hija Sara, ella vino, y tomándola de la mano, se la entregó a Tobías, diciéndole: «Recíbela, pues, según lo prescrito en la ley de Moisés. A ti se te da como esposa. Tómala y llévala con bien a la casa de tu padre. Y que el Señor del cielo les conceda a ustedes un buen viaje y les dé su paz».

Entonces Ragüel llamó a la madre de Sara y le pidió que trajera papel para escribir el acta de matrimonio, en que constara que su hija había sido entregada por esposa a Tobías, de acuerdo con lo establecido en la ley de Moisés. La esposa de Ragüel trajo el papel. Y él escribió y firmó. Y después se sentaron a cenar.

¡Levántate, hermana!

Ragüel llamó a su esposa Edna y le dijo: «Hermana, prepárales la habitación y conduce allá a Sara». Edna fue, preparó el lecho como su esposo le había indicado y llorando por la suerte de Sara, la condujo allí. Se enjugó las lágrimas y le dijo: «Hija mía, ten valor. Que el Señor del cielo cambie tu tristeza en alegría. ¡Ten valor!» Y salió de la habitación.

Al terminar la cena, Ragüel y Edna decidieron acostarse y acompañaron al joven a la habitación. Cerraron la puerta y se fueron.

Tobías se levantó y le dijo a Sara: «¡Levántate, hermana! Supliquemos al Señor, nuestro Dios, que tenga misericordia de nosotros y nos proteja». Se levantó Sara y comenzaron a suplicar al Señor que los protegiera, diciendo: «Bendito seas, Dios de nuestros padres y bendito sea tu nombre por los siglos de los siglos.

Que te bendigan los cielos y todas tus creaturas por los siglos de los siglos. Tú creaste a Adán y le diste a Eva como ayuda y apoyo, y de ambos procede todo el género humano. Tú dijiste: ‘No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacer a alguien como él, para que lo ayude’ «.

«Ahora, Señor, si yo tomo por esposa a esta hermana mía, no es por satisfacer mis pasiones, sino por un fin honesto. Compadécete, Señor, de ella y de mí y haz que los dos juntos vivamos felices hasta la vejez».

Y los dos dijeron: «Amén, amén» y se durmieron en paz.


Salmo Responsorial de HoySalmo 127, 1-2. 3. 4-5.

Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos:
comerá del fruto de tu trabajo,
será dichoso, le irá bien.
Dichosos el que teme al Señor y sigue sus caminos.

Su mujer, como vid fecunda,
en medio de su casa;
sus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa.
Dichosos el que teme al Señor y sigue sus caminos.

Ésta es la bendición del hombre que teme al Señor:
«Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida».
Dichosos el que teme al Señor y sigue sus caminos.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Jesucristo, nuestro salvador, ha vencido la muerte
y ha hecho resplandecer la vida por medio del Evangelio.
Aleluya.


Evangelio de Hoy Jueves 8 de Junio de 2023

Evangelio según San Marcos 12, 28-34.

En aquel tiempo, uno de los escribas se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Cuál es el primero de todos los mandamientos?» Jesús le respondió: «El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor; amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay ningún mandamiento mayor que éstos».

El escriba replicó: «Muy bien, Maestro. Tienes razón, cuando dices que el Señor es único y que no hay otro fuera de él, y amarlo con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a uno mismo, vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había hablado muy sensatamente, le dijo: «No estás lejos del Reino de Dios». Y ya nadie se atrevió a hacerle más preguntas.


Comentario y Homilía del Evangelio de hoy Jueves 8 de Junio.

Venerable Madeleine Delbrêl (1904-1964)

Amar de todo corazón en el corazón de Jesús

“Tú amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma, con todo tu espíritu y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo…”.

Para el hombre, todo amor es una cuestión del corazón. Sin el corazón del hombre no hay amor humano. Sin Jesús no seríamos capaces de amar a Dios con un amor que sea el amor de su criatura humana. Porque nuestro corazón estaba pervertido, porque ignorábamos qué es un corazón convertido, tornado hacia Dios, ofrecido a Dios.

Jesús explicando y mostrándolo, nos ha revelado cómo debe vivir, debe actuar, el hombre de corazón convertido. Porque hemos visto y tocado a Jesús, Dios hecho hombre, podemos encontrar Dios en nuestro corazón. El amor personal de Jesús por nosotros y nuestro amor por él, el corazón a corazón con él, es nuestro acceso al amor de Dios.

Amar al Señor, Dios, con todo el corazón.

Somos incapaces e ignorantes para poder y saber cómo “amar al Señor, Dios, con todo el corazón” sin la contemplación e imitación del corazón de Jesucristo. (…) Para saber lo que es un corazón puro y un corazón bueno, es necesario mirar a Jesús. Sólo él lo sabe, sólo él lo enseña, sólo él lo da. Gracias a él aprendemos con qué amor podemos amar a Dios y conocemos con qué amor Dios ama a los hombres.

En un corazón a corazón con sus compañeros, Jesús ha revelado el acceso al amor de Dios. También en un corazón a corazón, Jesús nos revela y hace vivir el misterio del amor de Dios. En ese corazón, Jesús nos muestra su corazón puro y bueno, el corazón que llegará a ser nuestro corazón convertido.


Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy

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