El Salmo 12 es uno de los muchos tesoros que encontramos en el libro de los Salmos, una colección de himnos y poemas que ha sido parte integral de la adoración en la Iglesia Católica durante siglos. Este salmo en particular, también conocido como «Salmo de David», nos invita a reflexionar sobre la importancia de la justicia divina en un mundo lleno de engaño y corrupción.
Salmo 12 – El clamor del salmista
El Salmo 12 comienza con un clamor desesperado del salmista hacia Dios: «¡Sálvanos, Señor! Ya no quedan hombres buenos; los fieles desaparecieron de entre los hombres» (versículo 1). Aquí, el salmista expresa su preocupación por la falta de integridad y honestidad en la sociedad en la que vive. Se siente rodeado de personas que hablan con falsedad y engañan a los demás.
En los versículos siguientes, el salmista describe a aquellos que usan sus palabras para manipular y engañar: «Cada uno habla con su prójimo con palabras falsas y doblez de corazón» (versículo 2). Esta descripción nos recuerda la importancia de la verdad y la sinceridad en nuestras relaciones con los demás.
Salmo 12: Lamento del justo y confianza en la palabra del Señor
Ayúdanos, Señor, porque ya no hay hombres piadosos;
los fieles desaparecieron de entre los hombres.
Cada uno habla mentira a su prójimo;
hablan con labios lisonjeros y doblez de corazón.
Que el Señor corte todos los labios lisonjeros,
y la lengua fanfarrona,
a aquellos que dicen: «Con nuestra lengua prevaleceremos,
labios propios tenemos. ¿Quién es señor nuestro?»
«A causa de la opresión de los pobres y del gemido de los necesitados,
yo me levantaré ahora», dice el Señor.
«Pondré a salvo a aquel para quien soplan los malvados vientos.»
Las palabras del Señor son palabras puras,
plata probada en el crisol, siete veces refinada.
Tú, Señor, nos guardarás,
nos protegerás para siempre de esta generación.
Alrededor los malvados merodean,
y la vileza es exaltada entre los hijos de los hombres.
La respuesta divina
A pesar de la desesperación inicial del salmista, el Salmo 12 nos muestra que Dios no permanece indiferente ante la injusticia. El salmista confía en la fidelidad y el amor de Dios, y clama: «Las palabras del Señor son palabras puras, plata refinada en horno de tierra» (versículo 7). Aquí, el salmista reconoce que la Palabra de Dios es verdadera y confiable, en contraste con las palabras engañosas de los hombres.
El Salmo 12 nos recuerda que, aunque vivamos en un mundo lleno de falsedad y corrupción, podemos confiar en la justicia divina. Dios escucha los clamores de aquellos que claman por la verdad y la justicia, y está dispuesto a intervenir en su tiempo perfecto.
El autor: David, el rey poeta
El Salmo 12 es atribuido al rey David, quien fue conocido no solo como un valiente guerrero, sino también como un talentoso poeta y músico. David escribió muchos de los Salmos, expresando sus pensamientos, emociones y clamores a Dios a lo largo de su vida.
Nacido en Belén, David fue ungido como rey de Israel por el profeta Samuel. A lo largo de su reinado, enfrentó numerosos desafíos y pruebas, pero siempre buscó a Dios en busca de guía y consuelo. Su amor y devoción por Dios se reflejan en los Salmos que escribió, incluido el Salmo 12.
David es recordado como un hombre según el corazón de Dios, aunque también cometió errores y pecados en su vida. Su historia nos enseña la importancia de arrepentirnos y buscar la misericordia de Dios en medio de nuestras debilidades y fallas.
En resumen, el Salmo 12 nos invita a clamar a Dios en medio de la injusticia y la falsedad que nos rodea. Confiamos en su justicia divina y encontramos consuelo en su Palabra verdadera y confiable. Como David, podemos buscar a Dios en todas las circunstancias de la vida, confiando en su amor y fidelidad.