Evangelio de Hoy Miércoles 31 de Enero.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Miércoles 31 de Enero y la homilía diaria.
Al final del artículo encontrara el comentario del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.
Lecturas de la Misa de Hoy
Miércoles de la IV semana del Tiempo ordinario-Lectio Divina 325
Primera Lectura de Hoy
Segundo Libro de Samuel 24, 2. 9-17.
En aquellos días, el rey David dio a Joab y a los jefes del ejército que estaban con él, esta orden: «Recorran todas las tribus de Israel, desde la ciudad de Dan hasta la de Bersebá, para hacer el censo de la población, a fin de que pueda yo saber cuánta gente tengo».
Joab entregó al rey los resultados del censo: en Israel había ochocientos mil hombres aptos para la guerra, y en Judá quinientos mil. Pero a David le remordió la conciencia por haber mandado hacer el censo y dijo al Señor: «He pecado gravemente; pero tú, Señor, perdona la culpa de tu siervo, porque he cometido una gran locura».
Aquella misma noche el Señor le habló al profeta Gad, consejero de David, y le dijo: «Ve a ver a David y dile que yo, el Señor, le mando decir esto: ‘Te propongo tres castigos. Escoge uno y yo lo realizaré’ «.
Por la mañana, Gad se presentó ante David y le preguntó: «¿Qué castigo prefieres; tres años de hambre en tu territorio; tres meses de huir, perseguido por tus enemigos; o tres días de peste en tus dominios? Piénsalo y dímelo, para que pueda yo contestarle al Señor, que me ha enviado».
Estoy en un gran apuro.
David le respondió: «Estoy en un gran apuro. Pero prefiero caer en manos de Dios, que es el Señor de la misericordia, que en manos de los hombres». Y escogió la peste.
Era la época de la cosecha del trigo, cuando el Señor envió la peste sobre Israel, desde aquella misma mañana hasta el tiempo señalado. Desde Dan hasta Bersebá murieron setenta mil hombres. Pero, cuando el ángel del Señor había extendido ya su mano hacia Jerusalén, para desatar ahí la peste, el Señor tuvo compasión y le dijo: «¡Basta ya! Retira tu mano». En ese momento, el ángel se hallaba cerca de Jerusalén, en los campos de Arauná, el yebuseo.
Entonces el rey David, angustiado por el exterminio, oró así: «Soy yo, Señor, el que ha pecado; soy yo, el pastor, quien ha obrado mal. ¿Qué culpa tienen ellos, que son las ovejas? Castígame, pues, a mí y a los míos».
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 31, 1-2. 5. 6. 7.
Dichoso aquel que ha ido absuelto
de su culpa y su pecado.
Dichoso aquel en el que Dios no encuentra
ni delito ni engaño.
Perdona, Señor, nuestros pecados.
Ante el señor reconocí mi culpa
no oculté mi pecado.
Te confesé, Señor, mi gran delito
y tú me has perdonado.
Perdona, Señor, nuestros pecados.
Por eso, en el momento de la angustia,
que todo fiel te invoque,
y no lo alcanzarán las grandes aguas,
aunque estás se desborden.
Perdona, Señor, nuestros pecados.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Mis ovejas escuchan mi voz, dice el Señor;
yo las conozco y ellas me siguen.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Miércoles 31 de Enero de 2024
Evangelio según San Marcos 6, 1-6.
En aquel tiempo, Jesús fue a su tierra en compañía de sus discípulos. Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga, y la multitud que lo escuchaba se preguntaba con asombro: «¿Dónde aprendió este hombre tantas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría y ese poder para hacer milagros? ¿Qué no es éste el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago, José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas?» Y estaban desconcertados.
Pero Jesús les dijo: «Todos honran a un profeta, menos los de su tierra, sus parientes y los de su casa». Y no pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó a algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y estaba extrañado de la incredulidad de aquella gente. Luego se fue a enseñar en los pueblos vecinos.
Homilía del Evangelio de hoy Miércoles 31 de Enero.
El evangelio de hoy nos muestra a Jesús volviendo a su tierra natal, a la aldea donde se había criado. Cuando comenzó a enseñar en la sinagoga, los habitantes quedaron asombrados pero no terminaban de comprender de dónde le venía tanta sabiduría y el poder de realizar esos prodigios que habían oído.
No lograban salir del marco de sus categorías estrechas para reconocer a Jesús como el gran profeta enviado por Dios. Más aún, se escandalizaban de Él. Frente a sus dudas y su falta de fe, el Señor se admiraba de la incredulidad de aquellas personas. Y apenas pudo hacer algunas curaciones milagrosas, porque la falta de disponibilidad de los corazones cerraba el paso a la manifestación de lo divino.
Es cierto que ningún profeta es aceptado en su propia tierra. Evitemos caer en la tentación de encasillar a Cristo según nuestros moldes estrechos. Abramos la mente y el corazón para acogerlo como Él se manifiesta, no según nuestros criterios. Allí donde encuentre fe, la fuerza salvadora de Dios se desplegará con poder.
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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