Evangelio de Hoy Miércoles 31 de Julio.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Miércoles 31 de Julio y la homilía diaria.
Al final del artículo encontraran el comentario del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.
Miércoles de la XVII semana del Tiempo ordinario
Lectio Divina: 403
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura de Hoy
Libro de Jeremías 15, 10.16-21.
¡Ay de mí, madre mía!
¿Por qué me engendraste
para que fuera objeto de pleitos y discordias
en todo el país?
A nadie debo dinero, ni me lo deben a mí,
y sin embargo, todos me maldicen.
Siempre que oí tus palabras, Señor,
las acepté con gusto;
tus palabras eran mi gozo
y la alegría de mi corazón,
porque yo defendía tu causa,
Señor, Dios de los ejércitos.
No me senté a reír con los que se divertían;
forzado por tu mano, me sentaba aparte,
porque me habías contagiado con tu propia ira.
¿Por qué mi dolor no acaba nunca
y mi herida se ha vuelto incurable?
¿Acaso te has convertido para mí, Señor,
en espejismo de aguas que no existen?
Entonces el Señor me respondió:
«Si te vuelves a mí, yo haré que cambies de actitud,
y seguirás a mi servicio;
si separas el metal precioso de la escoria,
seguirás siendo mi profeta.
Ellos cambiarán de actitud para contigo
y no tú para con ellos.
Yo te convertiré frente a este pueblo
en una poderosa muralla de bronce:
lucharán contra ti, pero no podrán contigo,
porque yo estaré a tu lado para librarte y defenderte,
dice el Señor.
Te libraré de las manos de los perversos,
te rescataré de las manos de los poderosos».
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 58, 2-3. 4-5a. 10-11. 17. 18.
Dios mío, líbrame de mis enemigos
protégeme de mis agresores,
líbrame de los que hacen injusticias,
sálvame de los hombres sanguinarios.
Me alegraré, Señor, por tu bondad.
Mira cómo se conjuran contra mí los poderosos
y esperan el momento de matarme.
Sin embargo, Señor, en mí no hay crimen ni pecado;
sin culpa mía, avanzan contra mí para atacarme.
Me alegraré, Señor, por tu bondad.
En ti, Señor, tendré fijos los ojos,
porque tú eres mi fuerza y mi refugio.
El Dios de mi amor vendrá en mi ayuda
y me hará ver la derrota de mis enemigos.
Me alegraré, Señor, por tu bondad.
Yo celebraré tu poder
y desde la mañana me alegraré por tu bondad,
porque has sido mi defensa
y mi refugio en el día de la tribulación.
Me alegraré, Señor, por tu bondad.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
A ustedes los llamo amigos, dice el Señor, porque les he dado a conocer
todo lo que le he oído a mi Padre.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Miércoles 31 de Julio de 2024
Evangelio según San Mateo, 13, 44-46.
En aquel tiempo, Jesús dijo a la multitud: «El Reino de los cielos se parece a un tesoro escondido en un campo. El que lo encuentra lo vuelve a esconder, y lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.
El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra».
Homilía de hoy Miércoles 31 de Julio.
El Evangelio de Hoy nos presenta dos breves pero profundas parábolas de Jesús sobre el Reino de los Cielos. Estas enseñanzas, en su aparente sencillez, encierran verdades fundamentales sobre la naturaleza del Reino de Dios y nuestra respuesta a él.
En la primera parábola, Jesús compara el Reino de los Cielos con un tesoro escondido en un campo. El hombre que lo encuentra, lleno de alegría, vende todo lo que tiene para comprar ese campo. En la segunda, un comerciante busca perlas finas y, al encontrar una de gran valor, vende todo lo que posee para adquirirla.
Estas imágenes nos invitan a reflexionar sobre el valor incomparable del Reino de Dios. Jesús nos está enseñando que el Reino es el bien más precioso que podemos poseer, un tesoro que supera cualquier riqueza terrenal.
Varios aspectos de estas parábolas merecen nuestra atención:
El descubrimiento: En ambos casos, hay un hallazgo. Esto nos recuerda que el encuentro con Dios es, en parte, un don, una gracia que se nos ofrece. A veces, como el hombre que encuentra el tesoro por casualidad, Dios irrumpe en nuestras vidas de manera inesperada. Otras veces, como el comerciante que busca activamente, encontramos a Dios al final de una búsqueda consciente.
La alegría: La reacción del hombre que encuentra el tesoro es de gozo. Este detalle nos recuerda que el encuentro con Dios y la vida en su Reino no son una carga, sino una fuente de profunda alegría y realización.
La decisión radical: Ambos hombres venden todo lo que tienen para obtener el tesoro o la perla. Esta acción nos habla de la necesidad de una entrega total a Dios. El Reino exige una decisión radical, una reordenación de nuestras prioridades donde Dios ocupa el primer lugar.
El valor oculto: El tesoro está escondido, y el valor de la perla no es evidente para todos. Esto nos recuerda que las verdades del Reino a menudo no son obvias para el mundo, y que se requiere discernimiento y fe para reconocer su verdadero valor.
Estas parábolas nos desafían a examinar nuestras propias vidas. ¿Reconocemos el valor incomparable de nuestra relación con Dios? ¿Estamos dispuestos a «vender todo», es decir, a subordinar todos nuestros otros intereses y apegos a la búsqueda del Reino?
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.