Evangelio de Hoy Sábado 14 de Septiembre.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Sábado 14 de Septiembre y la homilía diaria.
Al final del artículo encontraran la Homilía del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación o comentario del evangelio de cada día.
Fiesta de la Exaltación de la santa Cruz- Lectio Divina 638
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura de Hoy
Libro de los Números 21,4-9.
En aquellos días, el pueblo se impacientó y murmuró contra Dios y contra Moisés, diciendo: “¿Para qué nos sacaste de Egipto? ¿Para que muriéramos en el desierto? No tenemos pan ni agua y ya estamos hastiados de esta miserable comida”.
Entonces envió Dios contra el pueblo serpientes venenosas, que los mordían, y murieron muchos israelitas. El pueblo acudió a Moisés y le dijo: “Hemos pecado al murmurar contra el Señor y contra ti. Ruega al Señor que aparte de nosotros las serpientes”. Moisés rogó al Señor por el pueblo y el Señor le respondió: “Haz una serpiente como ésas y levántala en un palo. El que haya sido mordido por las serpientes y mire la que tú hagas, vivirá”. Moisés hizo una serpiente de bronce y la levantó en un palo; y si alguno era mordido y miraba la serpiente de bronce, quedaba curado.
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 77, 1-2. 34-35. 36-37. 38.
Escucha, pueblo mío, mi enseñanza;
presten oído a las palabras de mi boca.
Abriré mi boca y les hablaré en parábolas;
anunciaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.
No olvidemos las hazañas del Señor.
Cuando Dios los hacía morir, lo buscaban,
y madrugaban para volverse hacia él.
Se acordaban de que Dios era su auxilio;
el Dios altísimo su redentor.
No olvidemos las hazañas del Señor.
Lo adulaban con sus bocas,
le mentían con su lengua;
su corazón no era sincero con él,
ni eran fieles a su alianza.
No olvidemos las hazañas del Señor.
Pero él sentía lástima de ellos,
les perdonaba su culpa y no los destruía.
Muchas veces dominó su ira
y apagó el furor de su cólera.
No olvidemos las hazañas del Señor.
Segunda Lectura de Hoy
Filipenses 2, 6-11.
Cristo, siendo Dios,
no consideró que debía aferrarse
a las prerrogativas de su condición divina,
sino que, por el contrario, se anonadó a sí mismo
tomando la condición de siervo,
y se hizo semejante a los hombres.
Así, hecho uno de ellos, se humilló a sí mismo
y por obediencia aceptó incluso la muerte,
y una muerte de cruz.
Por eso Dios lo exaltó sobre todas las cosas
y le otorgó el nombre que está sobre todo nombre,
para que al nombre de Jesús todos doblen la rodilla
en el cielo, en la tierra y en los abismos,
y todos reconozcan públicamente que Jesucristo es el Señor,
para gloria de Dios Padre.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos,
porque con tu santa cruz redimiste al mundo.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Sábado 14 de Septiembre de 2024
Evangelio según San Juan 3, 13-17.
En aquel tiempo, Jesús dijo a Nicodemo: “Nadie ha subido al cielo sino el Hijo del hombre, que bajó del cielo y está en el cielo. Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que le entregó a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salvara por él’’.
Homilía de hoy Sábado 14 de Septiembre.
Hoy, el Evangelio según San Juan nos adentra en el corazón del mensaje cristiano: el inmenso amor de Dios por la humanidad y el don de la salvación a través de su Hijo Jesucristo. Estas palabras, pronunciadas por Jesús en su conversación con Nicodemo, revelan la esencia de nuestra fe y el fundamento de nuestra esperanza.
Jesús comienza recordándonos una verdad profunda: «Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.» Con estas palabras, Jesús subraya su identidad divina y su misión salvadora. Él es el enviado del Padre, aquel que ha descendido para habitar entre nosotros, para compartir nuestra humanidad y llevarnos de regreso al Padre. Este descenso de Cristo es un acto de amor infinito, un misterio que revela la cercanía de Dios con nosotros, su deseo de encontrarse con cada uno de nosotros en nuestra realidad, en nuestras alegrías y sufrimientos.
Luego, Jesús nos ofrece una imagen poderosa y conmovedora: «Así como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así también tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en él tenga vida eterna.» Aquí, Jesús se refiere al episodio del Antiguo Testamento cuando Moisés, por mandato de Dios, levantó una serpiente de bronce en un poste para que aquellos que la miraran fueran sanados de las mordeduras venenosas de serpientes en el desierto. Esta imagen prefigura la cruz de Cristo, donde Él, el Hijo del Hombre, sería levantado para la salvación de todos. En la cruz, Jesús asume sobre sí el pecado del mundo y nos ofrece la vida eterna a través de su sacrificio redentor.
El centro de este pasaje se encuentra en las palabras que siguen: «Porque Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único, para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.» Esta es, sin duda, una de las afirmaciones más conocidas y amadas del Evangelio, y con razón. Aquí se revela la magnitud del amor de Dios, un amor que no conoce límites, que no escatima en sacrificios, que entrega lo más preciado para salvarnos. La vida eterna no es solo una promesa para el futuro, sino una realidad que comienza aquí y ahora, cuando abrimos nuestro corazón a la fe en Cristo y nos unimos a Él en su amor.
Finalmente, Jesús nos recuerda que «Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.» Este es un mensaje de esperanza y consuelo. Jesús no vino para juzgarnos o condenarnos, sino para rescatarnos, para ofrecer una salida del pecado y la muerte. Su misión es de salvación, de restauración, de vida nueva. Esta es la Buena Nueva que debemos acoger con gratitud y alegría, y que estamos llamados a compartir con todos.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre nuestra propia respuesta al amor de Dios. ¿Creemos verdaderamente en este amor incondicional y redentor? ¿Vivimos nuestra vida diaria con la conciencia de que hemos sido amados hasta el extremo, hasta la entrega total de Cristo en la cruz? Y más aún, ¿llevamos este amor al mundo, siendo testigos de la misericordia y la esperanza que hemos recibido?
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.