Domingo 20 de Octubre de 2024
Evangelio de Hoy Domingo 20 de Octubre.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Domingo 20 de Octubre y la homilía diaria.
Al final del artículo encontraran el comentario del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.
XXIX Domingo ordinario– Lectio Divina 146
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura
Libro de Isaías 53, 10-11.
El Señor quiso triturar a su siervo con el sufrimiento.
Cuando entregue su vida como expiación,
verá a sus descendientes, prolongará sus años
y por medio de él prosperarán los designios del Señor.
Por las fatigas de su alma, verá la luz y se saciará;
con sus sufrimientos justificará mi siervo a muchos,
cargando con los crímenes de ellos.
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 32, 4-5. 18-19 20 y 22.
Sincera es la palabra del Señor
y todas sus acciones son leales.
El ama la justicia y el derecho,
la tierra llena está de sus bondades.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Cuida el Señor de aquellos que lo temen
y en su bondad confían;
los salva de la muerte
y en épocas de hambre les da vida.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
En el Señor está nuestra esperanza,
pues él es nuestra ayuda y nuestro amparo.
Muéstrate bondadoso con nosotros,
puesto que en ti, Señor, hemos confiado.
Muéstrate bondadoso con nosotros, Señor.
Segunda Lectura
Carta a los Hebreos 4, 14-16.
Hermanos: Puesto que Jesús, el Hijo de Dios, es nuestro sumo sacerdote, que ha entrado en el cielo, mantengamos firme la profesión de nuestra fe. En efecto, no tenemos un sumo sacerdote que no sea capaz de compadecerse de nuestros sufrimientos, puesto que él mismo ha pasado por las mismas pruebas que nosotros, excepto el pecado.
Acerquémonos, por lo tanto, con plena confianza al trono de la gracia, para recibir misericordia, hallar la gracia y obtener ayuda en el momento oportuno.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Jesucristo vino a servir
y a dar la vida por la salvación de todos.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Domingo 20 de Octubre de 2024.
Evangelio según San Marcos 10, 35-45.
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, y le dijeron: “Maestro, queremos que nos concedas lo que vamos a pedirte”. Él les dijo: “¿Qué es lo que desean?” Le respondieron: “Concede que nos sentemos uno a tu derecha y otro a tu izquierda, cuando estés en tu gloria”. Jesús les replicó: “No saben lo que piden.
¿Podrán pasar la prueba que yo voy a pasar y recibir el bautismo con que seré bautizado?” Le respondieron: “Sí podemos”. Y Jesús les dijo: “Ciertamente pasarán la prueba que yo voy a pasar y recibirán el bautismo con que yo seré bautizado; pero eso de sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; eso es para quienes está reservado”.
Cuando los otros diez apóstoles oyeron esto, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús reunió entonces a los Doce y les dijo: “Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen.
Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.
Homilía de hoy Domingo 20 de Octubre.
El pasaje del Evangelio según San Marcos que hoy meditamos nos presenta un episodio que revela las aspiraciones humanas frente a la verdadera vocación de servicio y humildad que Jesús nos enseña. Los discípulos Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, se acercan a Jesús con una petición que refleja un deseo de poder y grandeza terrena: quieren ocupar los primeros lugares en el Reino que Jesús va a instaurar.
La respuesta de Jesús es una enseñanza profunda sobre el verdadero significado del discipulado y el liderazgo cristiano. Santiago y Juan, como muchos de nosotros, no comprenden plenamente lo que implica seguir a Cristo.
Su petición muestra una perspectiva equivocada del Reino de Dios, que no es un reino de poder, prestigio o reconocimiento humano, sino un reino basado en el servicio y el sacrificio. Jesús les pregunta: «¿Pueden beber del cáliz que yo voy a beber?» Con estas palabras, Jesús les invita a reflexionar sobre lo que significa seguirlo realmente: participar en su misión, que incluye sufrimiento y entrega total.
El cáliz al que se refiere Jesús es el símbolo de su pasión, su muerte en la cruz. Jesús no vino al mundo para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Esta es la esencia de su misión, y es también la llamada para todo discípulo suyo. El seguimiento de Cristo implica abrazar el sacrificio, estar dispuesto a entregarnos por los demás, aun cuando esto implique renunciar a nuestros propios deseos de grandeza o reconocimiento.
Los discípulos, al igual que nosotros, muchas veces buscan los primeros lugares, ansían ser reconocidos, y aspiran a posiciones de poder o influencia. Sin embargo, Jesús les enseña —y nos enseña— que en su Reino, los primeros serán los últimos, y los últimos serán los primeros.
Santiago y Juan, se indignan
El liderazgo en el Reino de Dios no se mide por el poder o la autoridad, sino por la capacidad de servir a los demás con humildad y generosidad.
Cuando los otros diez discípulos escuchan la petición de Santiago y Juan, se indignan. Quizás porque también ellos compartían, en algún grado, ese deseo de prominencia.
Jesús, viendo la reacción de sus discípulos, aprovecha para darles una lección fundamental: «Saben que los que son considerados jefes de las naciones las dominan como si fueran sus dueños y los grandes las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes.»
Con estas palabras, Jesús denuncia la lógica del poder que gobierna el mundo. En la sociedad, los que tienen autoridad tienden a ejercerla para su propio beneficio, oprimen a los más débiles y buscan asegurar su posición de poder. Pero en la comunidad de sus discípulos, la lógica es diferente: «El que quiera ser grande entre ustedes, debe ser el servidor de los demás; y el que quiera ser el primero, debe ser esclavo de todos.»
Aquí radica la revolución del Evangelio. Jesús nos enseña que la verdadera grandeza no está en ser servidos, sino en servir. El más grande en el Reino de Dios es aquel que se hace pequeño, que se pone al servicio de los demás con amor y humildad. Esta es la medida de la grandeza cristiana: la capacidad de sacrificarse por el bien del otro, sin buscar recompensas o reconocimientos.
El Reino de Dios
El modelo supremo de esta actitud es el mismo Jesús, quien «no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.» Él es el Siervo por excelencia, que se entregó completamente por amor a la humanidad, hasta el punto de morir en la cruz para salvarnos. Al invitarnos a beber de su cáliz, Jesús nos llama a participar en su misión redentora, a ser servidores de nuestros hermanos y hermanas, siguiendo su ejemplo de entrega total.
Hermanos y hermanas, este Evangelio nos desafía a replantear nuestras actitudes frente al poder, el éxito y el liderazgo. Nos invita a dejar de lado nuestras ambiciones egoístas y a abrazar el camino del servicio, del sacrificio por los demás, del amor humilde que busca el bien de los demás antes que el propio.
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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