Evangelio de Hoy Domingo 11 de Agosto.

Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Domingo 11 de Agosto y la homilía diaria.

Al final del artículo encontraran el comentario del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.

XIX Domingo ordinarioLectio Divina 116

Lecturas Bíblicas del día de Hoy

Primera Lectura

Primer Libro de los Reyes 19, 4-8.

En aquellos tiempos, caminó Elías por el desierto un día entero y finalmente se sentó bajo un árbol de retama, sintió deseos de morir y dijo: «Basta ya, Señor. Quítame la vida, pues yo no valgo más que mis padres». Después se recostó y se quedó dormido.

Pero un ángel del Señor llegó a despertarlo y le dijo: «Levántate y come». Elías abrió los ojos y vio a su cabecera un pan cocido en las brasas y un jarro de agua. Después de comer y beber, se volvió a recostar y se durmió.

Por segunda vez, el ángel del Señor lo despertó y le dijo: «Levántate y come, porque aún te queda un largo camino». Se levantó Elías. Comió y bebió. Y con la fuerza de aquel alimento, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios.


Salmo Responsorial de Hoy Salmo 33, 2-3. 4-5. 6-7. 8-9.

Bendeciré al Señor a todas horas,
no cesará mi boca de alabarlo.
Yo me siento orgulloso del Señor,
que se alegre su pueblo al escucharlo.  
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Proclamemos la grandeza del Señor
y alabemos todos juntos su poder.
Cuando acudí al Señor, me hizo caso
y me libró de todos mis temores.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Confía en el Señor y saltarás de gusto;
jamás te sentirás decepcionado,
porque el Señor escucha el clamor de los pobres
y los libra de todas sus angustias.  
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Junto a aquellos que temen al Señor
el ángel del Señor acampa y los protege.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.
Dichoso el hombre que se refugia en él.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.


Segunda Lectura

Carta de San Pablo a los Efesios 4, 30-32. 5, 1-2.

Hermanos: No le causen tristeza al Espíritu Santo, con el que Dios los ha marcado para el día de la liberación final.

Destierren de ustedes la aspereza, la ira, la indignación, los insultos, la maledicencia y toda clase de maldad. Sean buenos y comprensivos, y perdónense los unos a los otros, como Dios los perdonó, por medio de Cristo.

Imiten, pues, a Dios como hijos queridos. Vivan amando como Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como ofrenda y víctima de fragancia agradable a Dios.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Yo soy el pan vivo que ha bajado cielo, dice el Señor;
el que coma de este pan vivirá para siempre.
Aleluya.


Evangelio de Hoy Domingo 11 de Agosto de 2024.

Evangelio según San Juan 6, 41-51.

En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: «Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo», y decían: «¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?»

Jesús les respondió: «No murmuren. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ése yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.

Yo les aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo, murieron. Éste es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida».


Homilía de hoy Domingo 11 de Agosto.

El Evangelio de hoy nos sumerge en el corazón del discurso del Pan de Vida, una de las enseñanzas más profundas y desafiantes de Jesús. En él, nuestro Señor revela su verdadera identidad y nos invita a una comunión íntima con Él.

El texto comienza con la murmuración de los judíos. Se escandalizan porque Jesús se ha declarado como «el pan bajado del cielo». Su reacción es comprensible desde una perspectiva humana: conocen a Jesús como el hijo de José y María, ¿cómo puede entonces afirmar que ha bajado del cielo? Esta perplejidad nos recuerda cuán difícil puede ser para nosotros, en ocasiones, reconocer lo divino en lo aparentemente ordinario.

Jesús responde a estas murmuraciones con una profunda enseñanza sobre la fe. Afirma que nadie puede venir a Él si no lo atrae el Padre. Esta declaración nos revela el misterio de la iniciativa divina en nuestra vida de fe. La fe no es simplemente un acto de voluntad humana, sino una respuesta a la invitación amorosa de Dios. Es el Padre quien nos atrae hacia su Hijo, quien nos abre los ojos para reconocer en Jesús al pan vivo bajado del cielo.

Jesús continúa citando a los profetas: «Serán todos enseñados por Dios». Esta cita nos recuerda que Dios mismo es nuestro maestro supremo. A través de su Palabra, de los acontecimientos de nuestra vida, y especialmente a través de su Hijo, Dios nos instruye y nos guía hacia la verdad plena.

Luego, Jesús hace una afirmación audaz: «El que cree, tiene vida eterna». La fe en Cristo no es simplemente una adhesión intelectual a ciertas verdades, sino una participación en la vida misma de Dios. Creer en Jesús es entrar en una nueva dimensión de existencia, una vida que trasciende los límites del tiempo y el espacio.

Jesús se presenta a sí mismo como «el pan de vida». Contrasta el maná que comieron los antepasados en el desierto, que no les impidió morir, con el pan que Él ofrece, que da vida eterna. Esta comparación nos invita a reflexionar sobre lo que verdaderamente nutre nuestra vida espiritual. ¿Buscamos satisfacción en las cosas pasajeras de este mundo, o nos alimentamos del pan vivo que es Cristo?

Finalmente, Jesús hace la declaración más sorprendente: «El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo». Aquí vemos una clara prefiguración de la Eucaristía. Jesús no solo ofrece enseñanzas o consuelo espiritual, sino que se entrega a sí mismo como alimento para nuestra alma. En la Eucaristía, recibimos el cuerpo de Cristo, participando así de su vida divina.

Como discípulos de Cristo, este pasaje nos interpela profundamente. Nos invita a examinar nuestra fe: ¿Reconocemos en Jesús al pan vivo bajado del cielo? ¿Permitimos que el Padre nos atraiga hacia su Hijo? ¿Nos dejamos enseñar por Dios?

También nos desafía a considerar cómo nos alimentamos espiritualmente. ¿Buscamos en Cristo nuestro sustento diario? ¿Valoramos el don de la Eucaristía como el alimento que nos da vida eterna?

Que esta reflexión nos ayude a profundizar en el misterio de Cristo como pan de vida. Que nos inspire a buscar en Él nuestro alimento espiritual, reconociendo que solo Él puede satisfacer el hambre más profunda de nuestro corazón.


Evangelio de Hoy Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy

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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.