Evangelio de Hoy Domingo 25 de Agosto.

Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Domingo 25 de Agosto y la homilía diaria.

Al final del artículo encontraran el comentario del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.

XXI Domingo ordinarioLectio Divina 122

Lecturas Bíblicas del día de Hoy

Primera Lectura

Libro de Josué 24, 1-2. 15-17. 18.

En aquellos días, Josué convocó en Siquem a todas las tribus de Israel y reunió a los ancianos, a los jueces, a los jefes y a los escribas. Cuando todos estuvieron en presencia del Señor, Josué le dijo al pueblo: «Si no les agrada servir al Señor, digan aquí y ahora a quién quieren servir: ¿a los dioses a los que sirvieron sus antepasados al otro lado del río Eufrates, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes habitan? En cuanto a mí toca, mi familia y yo serviremos al Señor».

El pueblo respondió: «Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses, porque el Señor es nuestro Dios; él fue quien nos sacó de la esclavitud de Egipto, el que hizo ante nosotros grandes prodigios, nos protegió por todo el camino que recorrimos y en los pueblos por donde pasamos. Así pues, también nosotros serviremos al Señor, porque él es nuestro Dios».


Salmo Responsorial de Hoy Salmo 33, 2-3. 16-17. 18-19.
20-21. 22-23.

Bendeciré al Señor a todas horas,
no cesará mi boca de alabarlo.
Yo me siento orgulloso del Señor,
que se alegre su pueblo al escucharlo.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Los ojos del Señor cuidan al justo,
y a su clamor están atentos sus oídos.
Contra el malvado, en cambio, está el Señor,
para borrar de la tierra su recuerdo.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Escucha el Señor al hombre justo
y lo libra de todas sus congojas.
El Señor no está lejos de sus fieles
y levanta a las almas abatidas.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.

Muchas tribulaciones pasa el justo,
pero de todas ellas Dios lo libra.
Por los huesos del justo vela Dios,
sin dejar que ninguno se le quiebre.
Salva el Señor la vida de sus siervos;
no morirán quienes en él esperan.
Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.


Segunda Lectura

Carta de San Pablo a los Efesios 5, 21-32.

Hermanos: Respétense unos a otros, por reverencia a Cristo: que las mujeres respeten a sus maridos, como si se tratara del Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza y salvador de la Iglesia, que es su cuerpo. Por lo tanto, así como la Iglesia es dócil a Cristo, así también las mujeres sean dóciles a sus maridos en todo.

Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a su Iglesia y se entregó por ella para santificarla, purificándola con el agua y la palabra, pues él quería presentársela a sí mismo toda resplandeciente, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e inmaculada.

Así los maridos deben amar a sus esposas, como cuerpos suyos que son. El que ama a su esposa se ama a sí mismo, pues nadie jamás ha odiado a su propio cuerpo, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola cosa. Éste es un gran misterio, y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida.
Tú tienes palabras de vida eterna.
Aleluya.


Evangelio de Hoy Domingo 25 de Agosto de 2024.

Evangelio según San Juan 6, 55. 60-69.

En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida». Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: «Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?»

Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: «¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes no creen». (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: «Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede».

Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: «¿También ustedes quieren dejarme?» Simón Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios».


Homilía de hoy Domingo 25 de Agosto.

El Evangelio de hoy nos sitúa en un momento crucial de la vida pública de Jesús. Nos encontramos ante unas palabras que resultaron difíciles de aceptar para muchos de sus seguidores, palabras que aún hoy siguen desafiando nuestra comprensión y nuestra fe.

Jesús declara que su carne es verdadera comida y su sangre verdadera bebida. Esta afirmación, que para nosotros evoca inmediatamente la Eucaristía, resultó ser una «palabra dura» para muchos de sus discípulos. Tanto es así que muchos de ellos dejaron de seguirlo. Este momento nos invita a reflexionar sobre nuestra propia respuesta a las enseñanzas de Cristo, especialmente aquellas que nos resultan difíciles de entender o de vivir.

La reacción de los discípulos nos recuerda que la fe no siempre es fácil. A menudo nos enfrentamos a misterios que superan nuestra comprensión humana, a exigencias que desafían nuestras comodidades. En estos momentos, como aquellos discípulos, podemos sentirnos tentados a dar la espalda y buscar un camino más fácil.

Sin embargo, la respuesta de Jesús a esta deserción es reveladora. No suaviza su mensaje ni lo adapta para hacerlo más aceptable. En cambio, se vuelve a los Doce y les pregunta: «¿También ustedes quieren marcharse?» Esta pregunta resuena a través de los siglos y llega hasta nosotros hoy. En los momentos de duda, de dificultad, cuando las exigencias del Evangelio nos parecen demasiado duras, Jesús nos plantea la misma cuestión.

La respuesta de Pedro es un modelo de fe para todos nosotros: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» En estas palabras encontramos una profesión de fe profunda y una confianza inquebrantable. Pedro reconoce que, a pesar de las dificultades, de las dudas, no hay otro camino que seguir a Cristo.

Esta escena nos invita a examinar nuestra propia fe. ¿Cómo respondemos cuando nos encontramos con enseñanzas o situaciones que desafían nuestra comprensión o nuestras expectativas? ¿Nos alejamos buscando un camino más fácil, o permanecemos fieles, confiando en que Cristo tiene «palabras de vida eterna»?

La Eucaristía, prefigurada en las palabras de Jesús sobre comer su carne y beber su sangre, sigue siendo hoy un misterio que desafía nuestra razón humana. Sin embargo, es el corazón de nuestra fe, el alimento que nos sostiene en nuestro camino espiritual. Al participar en ella, nos unimos íntimamente con Cristo y entre nosotros como comunidad de creyentes.


Evangelio de Hoy Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy

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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.