Evangelio de Hoy Jueves 19 de Septiembre.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Jueves 19 de Septiembre y la homilía diaria.
Al final del artículo encontraran la homilía del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación o comentario del evangelio y las homilías diarias.
Jueves de la XXIV Semana del Tiempo Ordinario – Lectio Divina 446
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura de Hoy
Primera Carta de San Pablo a los Corintios 15, 1-11.
Hermanos: Les recuerdo el Evangelio que yo les prediqué y que ustedes aceptaron y en el cual están firmes. Este Evangelio los salvará, si lo cumplen tal y como yo lo prediqué. De otro modo, habrán creído en vano.
Les transmití, ante todo, lo que yo mismo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados, como dicen las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según estaba escrito; que se le apareció a Pedro y luego a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos reunidos, la mayoría de los cuales vive aún y otros ya murieron. Más tarde se le apareció a Santiago y luego a todos los apóstoles.
Finalmente, se me apareció también a mí, que soy como un aborto. Porque yo perseguí a la Iglesia de Dios y por eso soy el último de los apóstoles e indigno de llamarme apóstol. Sin embargo, por la gracia de Dios, soy lo que soy, y su gracia no ha sido estéril en mí; al contrario, he trabajado más que todos ellos, aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios, que está conmigo. De cualquier manera, sea yo, sean ellos, esto es lo que nosotros predicamos y esto mismo lo que ustedes han creído.
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 117, 1-2. 16ab-17. 28.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno,
porque tu misericordia es eterna.
Diga la casa de Israel:
“Su misericordia es eterna”.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno.
Escuchemos el canto de victoria
que sale de la casa de los justos:
“La diestra del Señor es poderosa,
la diestra del Señor es nuestro orgullo”.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno.
No moriré, continuaré viviendo
para contar lo que el Señor ha hecho.
Tú eres mi Dios, y te doy gracias.
Tú eres mi Dios, y yo te alabo.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Vengan a mí, todos los que están fatigados
y agobiados por la carga, y yo les daré alivio, dice el Señor.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Jueves 19 de Septiembre de 2024
Evangelio según San Lucas 7, 36-50.
En aquel tiempo, un fariseo invitó a Jesús a comer con él. Jesús fue a la casa del fariseo y se sentó a la mesa. Una mujer de mala vida en aquella ciudad, cuando supo que Jesús iba a comer ese día en casa del fariseo, tomó consigo un frasco de alabastro con perfume, fue y se puso detrás de Jesús, y comenzó a llorar, y con sus lágrimas bañaba sus pies; los enjugó con su cabellera, los besó y los ungió con el perfume.
Viendo esto, el fariseo que lo había invitado comenzó a pensar: “Si este hombre fuera profeta, sabría qué clase de mujer es la que lo está tocando; sabría que es una pecadora”.
Entonces Jesús le dijo: “Simón, tengo algo que decirte”. El fariseo contestó: “Dímelo, Maestro”. El le dijo: “Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Uno le debía quinientos denarios, y el otro, cincuenta. Como no tenían con qué pagarle, les perdonó la deuda a los dos. ¿Cuál de ellos lo amará más?” Simón le respondió: “Supongo que aquel a quien le perdonó más”.
Entonces Jesús le dijo: “Has juzgado bien”. Luego, señalando a la mujer, dijo a Simón: “¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y tú no me ofreciste agua para los pies, mientras que ella me los ha bañado con sus lágrimas y me los ha enjugado con sus cabellos. Tú no me diste el beso de saludo; ella, en cambio, desde que entró, no ha dejado de besar mis pies.
Tú no ungiste con aceite mi cabeza; ella, en cambio, me ha ungido los pies con perfume. Por lo cual, yo te digo: sus pecados, que son muchos, le han quedado perdonados, porque ha amado mucho. En cambio, al que poco se le perdona, poco ama”. Luego le dijo a la mujer: “Tus pecados te han quedado perdonados”.
Los invitados empezaron a preguntarse a sí mismos: “¿Quién es éste que hasta los pecados perdona?” Jesús le dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; vete en paz”.
Homilía de hoy Jueves 19 de Septiembre.
El Evangelio de hoy nos sumerge en una escena conmovedora, donde se entrelazan el perdón, la humildad y el amor. En ella, encontramos a una mujer pecadora que se acerca a Jesús con una actitud de profunda contrición, mientras un fariseo observa con perplejidad y rechazo.
La mujer, a pesar de su pasado pecaminoso, se acerca a Jesús con el corazón rebosante de gratitud y arrepentimiento. Derrama lágrimas sobre sus pies, los lava con sus cabellos y los unge con perfume. Este gesto extravagante y lleno de emoción revela la intensidad de su amor y su deseo de recibir el perdón del Señor.
En contraste, el fariseo Simón, quien ha invitado a Jesús a su casa, observa la escena con desaprobación. Su corazón, endurecido por el orgullo y el juicio, no logra comprender la magnitud del amor y la misericordia que Jesús está dispuesto a ofrecer a esta mujer.
Ante esta actitud, Jesús le cuenta una parábola sobre dos deudores que fueron perdonados por el mismo acreedor. Aquel que más debía, amó más al perdonar su deuda. Del mismo modo, la mujer pecadora, consciente de su gran necesidad de perdón, responde con un amor desbordante, mientras que el fariseo, creyéndose justo, no logra apreciar la inmensidad de la misericordia divina.
La lección que Jesús nos deja es clara
Este relato nos desafía a examinar nuestra propia actitud ante el perdón de Dios. ¿Somos como la mujer pecadora, que se acerca a Jesús con humildad y contrición, dispuestos a recibir su misericordia y a responder con un amor agradecido? ¿O nos asemejamos más al fariseo, engreídos en nuestra propia justicia y reacios a reconocer nuestra necesidad del perdón de Dios?
Hermanos, la lección que Jesús nos deja en este pasaje es clara: Dios está dispuesto a perdonar a todo aquel que se acerca a Él con un corazón arrepentido, sin importar cuán graves hayan sido sus pecados. Lo único que se requiere es una actitud de humildad y una apertura sincera a recibir su amor.
Así como Jesús perdonó a esta mujer, él está dispuesto a perdonarnos a nosotros. Nuestro Señor no hace acepción de personas; su gracia está disponible para todo aquel que la busca con un corazón contrito.
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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