Evangelio de Hoy Martes 6 de Agosto.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Martes 6 de Agosto y la homilía diaria.
Al final del artículo encontrarán el comentario al Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.
Fiesta de la Transfiguración del Señor – Lectio Divina 614
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura de Hoy
Libro de Daniel 7, 9-10. 13-14.
Yo, Daniel, tuve una visión nocturna:
Vi que colocaban unos tronos
y un anciano se sentó.
Su vestido era blanco como la nieve,
y sus cabellos, blancos como lana.
Su trono, llamas de fuego,
con ruedas encendidas.
Un río de fuego brotaba delante de él.
Miles y miles lo servían,
millones y millones estaban a sus órdenes.
Comenzó el juicio y se abrieron los libros.
Yo seguí contemplando en mi visión nocturna
y vi a alguien semejante a un hijo de hombre,
que venía entre las nubes del cielo.
Avanzó hacia el anciano de muchos siglos
y fue introducido a su presencia.
Entonces recibió la soberanía, la gloria y el reino.
Y todos los pueblos y naciones
de todas las lenguas lo servían.
Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno,
y su reino jamás será destruido.
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 96, 1-2. 5-6. 9.
Reina el Señor, alégrese la tierra;
cante de regocijo el mundo entero.
Tinieblas y nubes rodean el trono del Señor
que se asienta en la justicia y el derecho.
Reina el Señor, alégrese la tierra.
Los montes se derriten como cera
ante el Señor de toda la tierra.
Los cielos pregonan su justicia,
su inmensa gloria ven todos los pueblos.
Reina el Señor, alégrese la tierra.
Tú, Señor, altísimo,
estás muy por encima de la tierra
y mucho más en alto que los dioses.
Reina el Señor, alégrese la tierra.
Segunda Lectura de Hoy
Segunda Carta de San Pedro 1, 16-19
Hermanos: Cuando les anunciamos la venida gloriosa y llena de poder de nuestro Señor Jesucristo, no lo hicimos fundados en fábulas hechas con astucia, sino por haberlo visto con nuestros propios ojos en toda su grandeza. En efecto, Dios lo llenó de gloria y honor, cuando la sublime voz del Padre resonó sobre él, diciendo: “Éste es mi Hijo amado, en quien yo me complazco”. Y nosotros escuchamos esta voz, venida del cielo, mientras estábamos con el Señor en el monte santo.
Tenemos también la firmísima palabra de los profetas, a la que con toda razón ustedes consideran como una lámpara que ilumina en la oscuridad, hasta que despunte el día y el lucero de la mañana amanezca en los corazones de ustedes.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Éste es mi Hijo muy amado, dice el Señor,
en quien tengo puestas todas mis complacencias; escúchenlo.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Martes 6 de Agosto de 2024
Evangelio según San Marcos 9, 2-10.
En aquel tiempo, Jesús tomó aparte a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos a un monte alto y se transfiguró en su presencia. Sus vestiduras se pusieron esplendorosamente blancas, con una blancura que nadie puede lograr sobre la tierra. Después se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué a gusto estamos aquí! Hagamos tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. En realidad no sabía lo que decía, porque estaban asustados.
Se formó entonces una nube, que los cubrió con su sombra, y de esta nube salió una voz que decía: “Éste es mi Hijo amado; escúchenlo”.
En ese momento miraron alrededor y no vieron a nadie sino a Jesús, que estaba solo con ellos.
Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó que no contaran a nadie lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos. Ellos guardaron esto en secreto, pero discutían entre sí qué querría decir eso de “resucitar de entre los muertos”.
Homilía de hoy Martes 6 de Agosto.
El pasaje que hoy meditamos nos presenta uno de los momentos más sublimes y misteriosos de la vida de Jesús: la Transfiguración. Este evento, narrado con gran detalle, nos invita a contemplar la gloria divina de Cristo y a reflexionar sobre nuestro propio camino de fe.
Jesús lleva consigo a Pedro, Santiago y Juan a lo alto de un monte. La montaña, en la tradición bíblica, es a menudo el lugar de encuentro con Dios, un espacio de revelación y trascendencia. Ya en este detalle, se nos invita a elevar nuestra mirada, a buscar momentos de intimidad con Dios en medio de nuestras ajetreadas vidas.
Lo que ocurre en la cima del monte es extraordinario. Jesús se transfigura ante ellos: sus vestiduras se vuelven de una blancura deslumbrante, y aparecen Moisés y Elías conversando con Él. Esta escena nos revela la verdadera identidad de Jesús: Él es el cumplimiento de la Ley (representada por Moisés) y los Profetas (representados por Elías). Es la plenitud de la revelación de Dios.
La reacción de los discípulos es muy humana. Pedro, abrumado por la experiencia, propone construir tres tiendas. Su deseo de prolongar ese momento de gloria es comprensible. ¿Cuántas veces nosotros mismos, en momentos de consolación espiritual, deseamos que esos instantes duren para siempre? Sin embargo, la vida de fe no consiste solo en experiencias cumbre, sino en un camino constante de seguimiento y fidelidad.
La voz del Padre que resuena desde la nube es el punto culminante de esta revelación: «Este es mi Hijo amado; escúchenlo». Estas palabras nos recuerdan nuestro llamado fundamental como discípulos: escuchar a Jesús. En medio de las muchas voces que claman por nuestra atención en el mundo, estamos invitados a sintonizar nuestro corazón con la voz de Cristo.
La cruz y la Resurrección
Después de esta experiencia trascendental, Jesús y los discípulos bajan del monte. Este descenso nos recuerda que, aunque tengamos momentos de profunda experiencia espiritual, estamos llamados a vivir nuestra fe en el valle de nuestra vida cotidiana, en medio de los desafíos y las luchas de cada día.
El mandato de Jesús de no contar a nadie lo que han visto hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos, nos invita a reflexionar sobre el misterio pascual.
La gloria de la Transfiguración encuentra su pleno sentido a la luz de la cruz y la resurrección. Nuestra propia vida de fe está llamada a recorrer este mismo camino: de la gloria a la cruz, y de la cruz a la gloria de la resurrección.
Como discípulos de Cristo, este pasaje nos interpela profundamente. Nos invita a buscar esos momentos de intimidad con Dios, donde podamos contemplar su gloria y renovar nuestras fuerzas.
Nos recuerda la importancia de escuchar a Jesús, de hacer de su palabra el centro de nuestra vida. Y nos desafía a llevar la luz de esos momentos de transfiguración a nuestro día a día, transformando con ella las realidades que nos rodean.
Que el Señor nos conceda la gracia de ser transfigurados por su amor, para que nuestras vidas reflejen cada vez más la luz de Cristo en nuestro mundo.
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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