Evangelio de Hoy Miércoles 24 de Julio.

Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Miércoles 24 de Julio y la homilía diaria.

Al final del artículo encontraran el comentario del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación del evangelio, y las homilías diarias.

Miércoles de la XVI semana del Tiempo ordinario
Lectio Divina: 397

Lecturas Bíblicas del día de Hoy

Primera Lectura de Hoy

Libro de Jeremías 1, 1. 4-10.

Palabras de Jeremías, hijo de Jilquías, uno de los sacerdotes residentes en Anatot, territorio de Benjamín.

En tiempo de Josías, el Señor me dirigió estas palabras:
«Desde antes de formarte en el seno materno, te conozco;
desde antes de que nacieras,
te consagré como profeta para las naciones».

Yo le contesté: «Pero, Señor mío,
yo no sé expresarme,
porque apenas soy un muchacho».

El Señor me dijo:
«No digas que eres un muchacho,
pues irás a donde yo te envíe
y dirás lo que yo te mande.
No tengas miedo,
porque yo estoy contigo para protegerte»,
palabra del Señor.

El Señor extendió entonces su brazo,
con su mano me tocó la boca y me dijo:
«Desde hoy pongo mis palabras en tu boca
y te doy autoridad sobre pueblos y reyes,
para que arranques y derribes,
que destruyas y deshagas,
para que edifiques y plantes».


Salmo Responsorial de Hoy Salmo 70, 1-2. 3-4a. 5-6ab. 15ab y 17.

Señor, tú eres mi esperanza,
Que no quede yo jamás defraudado.
Tú que eres justo, ayúdame y defiéndeme;
escucha mi oración y ponme a salvo.
Señor, tú eres mi esperanza.

Sé para mí un refugio,
ciudad fortificada en que mi salves.
Y pues eres mi auxilio y mi defensa,
líbrame, Señor, de los malvados.
Señor, tú eres mi esperanza.

Señor, tú eres mi esperanza;
desde mi juventud en ti confío.
Desde que estaba en el seno de mi madre,
yo me apoyaba en ti y tú me sostenías.
Señor, tú eres mi esperanza.

Yo proclamaré siempre tu justicia
y a todas horas, tu misericordia.
Me enseñaste a alabarte desde niño
y seguir alabándote es mi orgullo.
Señor, tú eres mi esperanza.


Aclamación antes del Evangelio

Aleluya, aleluya.
La semilla es la palabra de Dios y el sembrador es Cristo;
todo aquel que lo encuentra vivirá para siempre.
Aleluya.


Evangelio de Hoy Miércoles 24 de Julio de 2024

Evangelio según San Mateo, 13, 1-9.

Un día salió Jesús de la casa donde se hospedaba y se sentó a la orilla del mar. Se reunió en torno suyo tanta gente, que él se vio obligado a subir a una barca, donde se sentó, mientras la gente permanecía en la orilla. Entonces Jesús les habló de muchas cosas en parábolas y les dijo:

«Una vez salió un sembrador a sembrar, y al ir arrojando la semilla, unos granos cayeron a lo largo del camino; vinieron los pájaros y se los comieron. Otros granos cayeron en terreno pedregoso, que tenía poca tierra; ahí germinaron pronto, porque la tierra no era gruesa; pero cuando subió el sol, los brotes se marchitaron, y como no tenían raíces, se secaron. Algunos cayeron entre espinos, y cuando los espinos crecieron, sofocaron las plantitas. Otros granos cayeron en tierra buena y dieron fruto: unos, ciento por uno; otros, sesenta; y otros, treinta. El que tenga oídos, que oiga».


Homilía de hoy Miércoles 24 de Julio.

El Evangelio de hoy nos presenta una de las parábolas más conocidas y significativas de Jesús: la parábola del sembrador. Esta narración, aparentemente sencilla, encierra profundas verdades sobre la naturaleza del Reino de Dios y nuestra respuesta al mensaje evangélico.

Jesús, sentado en una barca frente a una gran multitud, nos ofrece esta enseñanza a través de una imagen familiar para sus oyentes: la de un agricultor sembrando. Esta escena cotidiana se convierte en un vehículo para transmitir verdades espirituales trascendentales.

El sembrador, que representa a Dios mismo, esparce la semilla con generosidad, sin discriminación. Esta es una poderosa imagen de la abundancia de la gracia divina. Dios ofrece su palabra, su amor y su invitación al Reino a todos, sin excepción. No hay terreno que quede excluido de esta siembra generosa.

Sin embargo, la parábola nos muestra que el destino de la semilla varía según el tipo de terreno en el que cae. Aquí encontramos una invitación a examinar nuestros corazones: ¿Qué tipo de terreno somos para la palabra de Dios?

Las semillas que caen junto al camino y son devoradas por las aves nos recuerdan aquellos momentos en que permitimos que las distracciones del mundo nos impidan siquiera considerar el mensaje de Dios. ¿Cuántas veces hemos dejado que el ruido de la vida cotidiana ahogue la voz suave de Dios en nuestras vidas?

El terreno pedregoso, donde la semilla brota rápidamente pero se seca por falta de raíces, nos habla de un entusiasmo superficial que no resiste las pruebas. Nos invita a preguntarnos: ¿Estamos dispuestos a profundizar nuestra fe, a nutrirla con la oración y el estudio, para que pueda sostenernos en los momentos difíciles?

Las espinas que ahogan la semilla representan las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas. En nuestra sociedad materialista, este es un desafío particularmente relevante. ¿Permitimos que nuestras ansiedades y ambiciones mundanas sofoquen nuestra vida espiritual?

Finalmente, la tierra buena que produce fruto abundante nos muestra el ideal al que estamos llamados. Este es el corazón que no solo recibe la palabra, sino que la entiende, la interioriza y la vive, produciendo frutos de amor, justicia y paz.

Es importante notar que Jesús concluye la parábola con una invitación: «El que tenga oídos, que oiga». Esta es una llamada a la reflexión activa, a no ser oyentes pasivos sino a involucrarnos personalmente con el mensaje.

Que esta parábola nos inspire a cultivar nuestros corazones para ser tierra fértil para la palabra de Dios. Que nos esforcemos por eliminar las piedras de la superficialidad, arrancar las espinas de las preocupaciones mundanas, y abrir nuestros oídos y corazones a la semilla de la gracia divina.

Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a ser receptivos a la palabra de Dios, a profundizar nuestras raíces espirituales y a dar frutos abundantes en nuestras vidas. Que seamos no solo oyentes, sino también hacedores de la palabra, reflejando en nuestras acciones y relaciones la abundante cosecha del Reino de Dios. Amén.


Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy

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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.