Evangelio de Hoy Jueves 5 de Septiembre.
Como todos los días, hoy les traemos a ustedes la palabra del señor. Lecturas, Salmo, Aclamación, el Evangelio de Hoy Jueves 5 de Septiembre y la homilía diaria.
Al final del artículo encontraran la homilía del Evangelio del día de hoy para todos aquellos que quieran leer una explicación o comentario del evangelio y las homilías diarias.
Jueves de la XXII semana del Tiempo ordinario – Lectio Divina 434
Lecturas Bíblicas del día de Hoy
Primera Lectura de Hoy
Primera Carta de San Pablo a los Corintios 3, 18-23.
Hermanos: Que nadie se engañe: si alguno se tiene a sí mismo por sabio según los criterios de este mundo, que se haga ignorante para llegar a ser verdaderamente sabio. Porque la sabiduría de este mundo es ignorancia ante Dios, como dice la Escritura: Dios hace que los sabios caigan en la trampa de su propia astucia. También dice: El Señor conoce los pensamientos de los sabios y los tiene por vanos.
Así pues, que nadie se gloríe de pertenecer a ningún hombre, ya que todo les pertenece a ustedes: Pablo, Apolo y Pedro, el mundo, la vida y la muerte, lo presente y lo futuro: todo es de ustedes; ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios.
Salmo Responsorial de Hoy – Salmo 23, 1-2. 3-4ab. 5-6.
Del Señor es la tierra y lo que ella tiene,
el orbe todo y los que en él habitan,
pues él lo edificó sobre los mares,
él fue quien lo asentó sobre los ríos.
El Señor bendice al hombre justo.
¿Quién subirá hasta el monte del Señor?
¿Quién podrá entrar en su recinto santo?
El de corazón limpio y manos puras
y que no juro en falso.
El Señor bendice al hombre justo.
Ese obtendrá la bendición de Dios,
y Dios, su salvador, le hará justicia.
Este es la clase de hombres que te buscan
y vienen ante ti, Dios de Jacob.
El Señor bendice al hombre justo.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya, aleluya.
Síganme, dice el Señor,
y yo los haré pescadores de hombres.
Aleluya.
Evangelio de Hoy Jueves 5 de Septiembre de 2024
Evangelio según San Lucas 5, 1-11.
En aquel tiempo, Jesús estaba a orillas del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno suyo para oír la palabra de Dios. Jesús vio dos barcas que estaban junto a la orilla. Los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió Jesús a una de las barcas, la de Simón, le pidió que la alejara un poco de tierra, y sentado en la barca, enseñaba a la multitud.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: «Lleva la barca mar adentro y echen sus redes para pescar». Simón replicó: «Maestro, hemos trabajado toda la noche y no hemos pescado nada; pero, confiado en tu palabra echaré las redes». Así lo hizo y cogieron tal cantidad de pescados, que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a ayudarlos. Vinieron ellos y llenaron tanto las dos barcas, que casi se hundían.
Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús y le dijo: «¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador!» Porque tanto él como sus compañeros estaban llenos de asombro, al ver la pesca que habían conseguido. Lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.
Entonces Jesús le dijo a Simón: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Luego llevaron las barcas a tierra, y dejándolo todo, lo siguieron.
Homilía de hoy Jueves 5 de Septiembre.
El evangelio que hoy meditamos nos presenta el llamado de los primeros discípulos, un pasaje rico en significado y enseñanzas para nuestra vida de fe.
La escena comienza con Jesús a orillas del lago de Genesaret, rodeado por una multitud ansiosa de escuchar la palabra de Dios. Jesús, viendo dos barcas, sube a la de Simón y le pide que se aleje un poco de la orilla. Desde allí, enseña a la gente. Este gesto nos muestra cómo Jesús utiliza las circunstancias ordinarias de la vida para proclamar su mensaje, recordándonos que Dios puede hablar a través de las situaciones más cotidianas de nuestra existencia.
Después de enseñar, Jesús invita a Simón a remar mar adentro y echar las redes. La respuesta de Simón es reveladora: «Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, por tu palabra, echaré las redes». Aquí vemos la tensión entre la experiencia humana y la fe. Simón, pescador experimentado, sabe que no es el momento propicio para pescar. Sin embargo, confía en la palabra de Jesús y obedece.
El resultado es una pesca milagrosa, tan abundante que las redes amenazaban con romperse. Este milagro nos enseña que cuando confiamos en la palabra de Dios y actuamos en obediencia, aun contra nuestra lógica humana, podemos experimentar la abundancia de su gracia de maneras que superan nuestras expectativas.
La reacción de Simón Pedro ante este milagro es profundamente humana y espiritual. Cae de rodillas ante Jesús, reconociendo su propia indignidad: «Apártate de mí, Señor, que soy un hombre pecador». Este momento de humildad y reconocimiento de la propia pequeñez ante la grandeza de Dios es fundamental en el camino de la fe. Es en nuestra debilidad donde la gracia de Dios se manifiesta con mayor fuerza.
La respuesta de Jesús es transformadora: «No temas; desde ahora serás pescador de hombres». Con estas palabras, Jesús no solo calma el temor de Pedro, sino que le da una nueva misión, una nueva identidad. Ya no será solo un pescador de peces, sino un pescador de hombres, un apóstol del Evangelio.
Este pasaje nos invita a reflexionar sobre varios aspectos de nuestra vida de fe:
Primero, nos llama a confiar en la palabra de Dios, aun cuando parezca ir en contra de nuestra lógica o experiencia. ¿Estamos dispuestos a «remar mar adentro» cuando Dios nos lo pide, incluso si parece arriesgado o poco razonable?
Segundo, nos recuerda la importancia de reconocer nuestra propia pequenez y pecaminosidad ante Dios. Este reconocimiento, lejos de alejarnos de Él, nos abre a recibir su gracia y su llamado.
Tercero, nos muestra que Dios no se detiene ante nuestras limitaciones, sino que las transforma en oportunidades para su gracia. Nuestras debilidades, en las manos de Dios, pueden convertirse en nuestras mayores fortalezas para la misión.
Finalmente, nos recuerda que todos estamos llamados a ser «pescadores de hombres» en nuestro propio contexto. Cada uno de nosotros tiene una misión única en la propagación del Evangelio.
Que este pasaje nos inspire a confiar más plenamente en la palabra de Dios, a reconocer humildemente nuestra necesidad de su gracia, y a responder con generosidad a su llamado en nuestras vidas. Que la Virgen María, modelo de fe y obediencia, interceda por nosotros para que podamos ser verdaderos discípulos y apóstoles de Cristo en el mundo de hoy.
Evangelio de Hoy – Agradece Por el Evangelio y La Homilía de Hoy
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Los textos de la Sagrada Escritura utilizados en esta obra han sido tomados de los Leccionarios I, II y III, propiedad de la Comisión Episcopal de Pastoral Litúrgica de la Conferencia Episcopal Mexicana, copyright © 1987, quinta edición de septiembre de 2004. Utilizados con permiso. Todos los derechos reservados. Debido a cuestiones de permisos de impresión, los Salmos Responsoriales que se incluyen aquí son los del Leccionario que se utiliza en México. Su parroquia podría usar un texto diferente.